Apenas, apenas sin percibir,
no hallas respuesta ni quietud
como quien no halla vida.
En instantes que se superan,
se amontonan sin fin en tí
voces absurdas, perdidas
en su propia incompleta nada,
en su callada letra repetida
que te envuelve, hastiada,
día tras día, hora y segundo,
sin deseo, ni siquiera pasión.
Lejana, frágil y ya olvidada,
no te importa como no te importan
las lágrimas que ya no asombran,
los gestos que no inquietan,
los abrazos que no perduran
y la lluvia que nunca te moja.
Ausente de verdad, incompleta,
no tuya, nunca, imposible,
gritada sin escuchar,
susurrada sin decir
y apenas, apenas un murmullo
que te arrebata enfados
breves pero determinantes,
risas, mudas pero embravecidas
y languideces nuevamente
sin entender, sin percibir
un átomo de justa mirada.
Si no quieres acabar en un manicomio, abre tu corazón y abandónate al curso natural de la vida (Haruki Murakami)