Caja de música

 

Parfois, je me souviens de toi,
rarement,
parfois je te rêve,
souvent.
Et quand tu es là,
à peine je te vois,
à peine perceptible entre mes mains,
tu t’échappes,
rêve parmi les rêves,
comme une goutte d’eau froide,
comme un matin sans rires,
sans ta bouche,
sans toi.

Et je me tais,
et toi, tu ne parles pas,
tournant en rond,
enfermée
dans le ruban de ma boîte,
ma boîte à musique.

A veces te recuerdo,
las menos,
a veces te sueño,
las más,
y cuando estás aquí
apenas si te veo,
apenas perceptible entre mis manos
te escurres,
sueño entre sueños,
como gota de agua fría
como mañana sin risas,
sin tu boca,
sin ti,
y me callo,
y tú no hablas,
dando vueltas,
encerrada
en la cinta de mi caja,
mi caja de música.

Es tarde

Huir, a veces huyo
de mi, de ti y de nosotros.
Descerrájame una vida,
entre las pupilas,
entre las manos.
Huye sin tenerme
ni quererme, yerma.
Donde voy, no lo sabes,
excelsa carne olvidada.

A veces siento que es
demasiado tarde para nada.

Y a veces siento que es
demasiado pronto para todo.

Y entre la nada y el todo,
entre tan lejos y tan cerca,
no puedo refugiarme en las voces.

Infinitas palabras discordes
que no puedo decir,
ni siquiera puedo sentir.

No sé si tus ojos me miran,
no sé si tus manos me tocan,
y mientras, me ausento en mi, de ti,
y no llego, corriendo no llego,
gritando no digo, y callo
por no ver tu sonrisa,
por no recordar, ni sentir,
ni palpitar, ni amar, ni reir.

Fugaz la tarde me evade,
tiene prisa de mi, sin ti,
y la noche me acecha
oscura, infinitamente oscura.

A veces te siento,
y siento que es pronto.

A veces te recuerdo,
y sé que es tarde.

Tardor de les paraules

A l’abric de les meues paraules
em sent a cobert de la pluja.

No oblide l’encant de les fulles,
lliures d’haver estimat l’aire,
engrunsades fins a la terra daurada.

Però no cregues que escric
perquè vull volar amb elles,
escric perquè no sé a on ficar-les,
les paraules, mullades de la meua tardor,
veus impossibles d’alçar el vol.

El carrer s’enfosca
i jo cride als arbres nus,
nomene cada una de les fulles
desitjant la seua abraçada,
però no m’escolten, jugarrines,
escodrinye el riure dels ocells
amagats entre les branques,
mentre les paraules s’amuntonen
a les portes del crit.

Puc sentir-les, puc palpar-les,
no em són desconegudes,
paraules sense veu, d’endins,

Mai no m’escolte, en mi mateix,
però faig de menys el silenci
lluny de les paraules no dites.

Trapecista

Hace frío aquí arriba,
en el trapecio de las verdades.
Callo lo que nunca dije ni diré.
Arlequín me baila, Pierrot me susurra.
Me imagino volando,
columpiándome sin red y sin trapecios
de cuerda en cuerda, altas, altas.
No supe llegar arriba,
no supe abandonar las fauces
de las alimañas en el foso
y no consigo
abrazar a la trapecista.
No tengo red ni sé volar,
no sabía cuál era su sueño,
triste y perdida
la trapecista me imaginó a su lado,
caminé sin verla
era demasiado alto, no supe llegar
y había cocodrilos, leones y elefantes.
Ojalá no sea nada,
ojalá no quede nada.
Vida y olvido.
Cuando caiga al vacío,
tiempo de reír, sonreír,
Aráñame con uñas de porcelana
entre las manos vacías,
no fui capaz de reír sin miedo.
Hubiera querido tan solo una sonrisa
y no fui capaz,
entre las no sonrisas me falta el aire
y pretendo sin tener ni idea.
No fui capaz.
No había nada, nada.
Y en la nada el dolor se difuminaba.
Dejaba las manos rotas
Llenas, repletas de nada.
Unas gotas de vino blanco
en las que nada es real,
y todo te envuelve.
Triste en mi podredumbre
ojalá no haya nada,
no sea nada.
Ponzoñosamente ciertas,
la vida y el olvido,
dos letras y pocas palabras más,
dos, ni tú ni yo, pero dos.
Ojalá encuentres tu tú
mientras mi yo me abandona.
No siempre puedes tener
lo que quieres, y yo,
yo no puedo tener
mi tiempo de perder.
Irá, iré, pero no vendrá.
No lo veo, por mucho que insistas no lo veo.
No veo que puedas amar
sin romper tus uñas de porcelana.
No lo veo, no puedo mirarte.
Todos y ninguno,
mis sueños vacíos
en habitaciones vacías.
Una cama y un dintel,
la gloria de un adiós.
Furtiva en la recepción,
habitaciones vacías.
Apenas una cama y un dintel,
vacíos, y un adiós.
Recógeme en recepción,
dile al botones
que pierda mis maletas
y tú, aléjate de la puerta.
Folclórica de la nieve,
ventisca del carbón.
Siento la rabia
el éxodo de mis huellas
entre tus carnes olvidadas.
Lástima, sin dama, sin pudor,
cualquiera es mejor que tú,
cualquiera es mejor que yo,
pero vente y piérdete, conmigo,
arrebata un ápice de amor
donde el árbol ya marchitó
y colúmpiate conmigo
aquí arriba, sin red ni miedo.

Poemas musicalizados

La mar

Cuentos

Guerra

Gotas

Palabras

Corre

Démons

Invitada

Luna

Ay amor

Sóc

Gato perdido

Engrunsat

Tango a dos

Primavera

Veu

El niño

A veces amo

Vida y muerte

No

No hubiera sido lo mismo,
tenerte y perderte,
no hubiera sido ni parecido
el asomo de saber que estás
cuando ya no estás.
Pero resulta que no, que no,
no estás ni me recuerdas
y yo, yo, yo no estoy ni te recuerdo
y el ocaso de lo venido,
no es lo sobrevenido
ni lo vivido, ni lo acontecido
Es el olvido en que mora tu recuerdo
donde yo lo dejé, recuerdas?
El minuto en que forjé
la lágrima en la que habitas
la sonrisa en que bailabas
y ahora, moro en tus entrañas
inquietas de mis pálpitos
y me desvanezco en tus manos.
Escóndeme en tu rostro,
ocúltame en tus manos,
mientras me resisto a perder
el instante en que te asomas
perdiéndome, sin recordarme.

Luna

De pequeño siempre quise ser astronauta.
Bueno, primero tuve una etapa en que quería ser vaquero. Supongo que a resultas de la falta de televisión en mi niñez, me los imaginaba mucho más heroicos y menos exterminadores de búfalos, e indios.
Pero un día llegó una Hitachi en blanco y negro al salón, y quizá porque a la luna siempre la veía descolorida, como la televisión, o porque nunca he sido capaz de ver su cara, la de la luna, me dio por querer ir allí, a ver si había otro lado o solo era un decorado, como el papel pintado de la pared detrás del televisor.
El caso es que yo andaba en pantalón corto mientras a casi 400 mil kilómetros había gente dando saltitos en el papel pintado, o hablando con otra gente muy seria, todo en blanco y negro como en las epopeyas clásicas, al menos en el Hitachi aquel.
Y esa gente sin color, de vez en cuando decía que tenía problemas a la otra gente en “Jiuston”, como si los demás nadáramos en la felicidad absoluta mientras intentábamos ajustar la antena del Hitachi.
Pero yo, con mis pantalones cortos, quería flotar en la cápsula y hablar con voz de radio a distancia, sin más problemas. Y no, no he sido astronauta, pero la luna me la conozco. Tampoco es que sea un lunático, no vayan ustedes a pensar con tanta simpleza, yo más bien he optado por estar allí, en plan selenita de pro, hijo adoptivo de la villa y corte.
Y ciertamente las cosas se ven con otra óptica, telescópica diría yo, desde aquí. Me permite mantener la distancia, solucionar los problemas con una llamada al centro de control y si pintan bastos, enciendo los propulsores y me vuelvo, me basta con amerizar cerca de cualquier playita recóndita.
Con el tiempo se me está quedando voz en off, radiofónica, aunque el Hitachi lleva años apagado, pero sigo llevando pantalones cortos, y sigo en la luna.

Canciones

De vez en cuando te recuerdan que pintas canas, que las primaveras tienen menos abriles porque algunos ya te los robaron, que quizá debieras dejar de soñar.
Pero tus ojos vuelven loco al reloj que te espía, te palpita el corazón sin actualizaciones, tu cámara ve lo que quiere ver y no le importan los pixels, las mañanas siguen calentando tu alma inquieta y tu voz suena firme, cada día más grave, buscando el temblor en un compás de Händel mientras suspira por ser el amante más duro que el resto, en el túnel del boss, en minúscula y sin camisetas. Y te das cuenta que hay canciones que sólo son para ti, quizá sin conocerte, quizá sin amarte, pero tuyas … y mías.

Kosher

Pensar es hablar en el silencio,
pero si callas, es mi camino.
Hablar es olvidar tus voces,
pero si hablas, es mi camino
Razonar en la existencia es fútil,
no eres kosher, lo eres, o no?
Entre faraones y mares vives.
Tú, mi camino, los pasos
y tú te pierdes por esconder
los pasos que no caminas.
Me esconde la tragedia, tu día,
y en el esperpento mi camino.
No eres kibushi, kosher, kot,
no eres día sin mis noches
y te pierdes perdiendo risas.
Tócala otra vez Sam, Sami,
entre sketches y un blues,
baila la vida, entre témpanos.
De tus glaciares, mi blue deep,
y tus placeres, insondables,
dónde mi camino, sin nacer,
y un poco de ça n’a pas été moi.
La natividad de una granada
entre Tolstói y Grossmann,
perece en la pereza tu olvido
y a veces la música, encajada.

Círculo polar ártico

A veces me veo dormido
tan al norte que mi sueño se congela,
sin el ruido de las olas
deriva mi témpano entre las aguas,
el azul me confunde sin nubes
y despierto en el frío del silencio.
No puedo encerrar mi aliento
entre los círculos del polo,
el viento de las noches
ahuyenta implacable mi voz,
y me desasosiega la lejanía.
A veces, entre los entresijos de mis gritos
llego a escuchar, nítido y claro,
como ruge el pensamiento,
pero tanto ruido no me deja escuchar la razón.
Quiero esconderme en un amable susurro
donde se humedezca la mañana,
donde me silben una canción
mientras me sumerjo en el frío mar.
A veces vislumbro un
ápice de serena paciencia,
un hilo de aire pasando a mi través desconcertado
y aleteo aguas abajo, profunda y quedamente
a la sima oscura donde me refugio.
Me llama, sueño que me llama
pero ni siquiera me ve
en la ausencia de sus ojos.