La cigarra no sabe cantar,
pero insiste e insiste,
el mismo tono chirriante
sin octavas ni compases,
le sale de las entrañas
porque de ahí salen los gritos.
La cigarra no sabe cantar
pero grita y grita, sin parar,
no busca aplausos,
canta y grita escondida,
no la mires que se calla.
La cigarra no sabe cantar,
pero sabe enamorar
con una sola nota, a gritos.
La cigarra no sabe cantar
y yo, yo no sé escuchar.
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Ya si eso
Ya si eso, puede que olvide
cien palabras,
cien voces,
cien gritos,
que quede sitio para las risas.
Ya si eso, mejor apago las luces
no vaya a ser que encuentre el camino
y pise de nuevo las flores.
Y en la madrugada duerma
sin miedo ni conciencia
arropado por el descuido
de saberme ignorado.
Ya si eso, igual ni respiro
que lo que es el viento
a mi través lo absuelve
y a mi verdad la ningunea.
Ojalá no me fuera en ello
vida, tiempo y razón.
Ya si eso, mejor callo.
Hoy
Hubiera estado bien
que no mandara el tiempo,
ni las prisas.
Hubiera estado bien
que las madres que esconden madres
parieran y nos vieran reír,
que no te hubieras callado
cuando pregunté por ti.
Hubiera estado bien
que las granadas maduraran en abril,
y los pianos perdieran las teclas,
que los ramos no fueran tan caros
y las flores no se marchitaran.
Hubiera estado bien
que no amaneciera
y no se quemara mi piel.
Hubiera estado bien
que escucharas mis voces
sin contar las palabras,
que el tablero no fuera blanco,
ni negro,
y que nadie perdiera.
Hubiera estado bien
arreglar los ruidos sin gritar
y recordar que la música
suena incluso en el silencio.
Hubiera estado bien
que hoy no fuera mañana
y que mañana aún fuera hoy.
Arena
Dicen que los granos de arena, como las estrellas, son infinitos. Puedes contar y contar y seguir contando, hasta que te aburras, hasta que te hagas viejo y olvides los números.
Pero también dicen que todo grano de arena hace montaña, y que toda estrella brilla aunque sea poco y lejos.
Así que si contar granos de arena te va a llevar una vida y contar estrellas no te lleva a ninguna parte, a lo mejor deberías acostarte en la arena caliente y contemplar las estrellas mientras aún brillen para ti.
Vida
Ni que decir tiene,
que está usted invitada a mis pálpitos,
a sentarse justo a mi lado,
a mirar lo que yo miro,
a ver ese solecito de la mañana
y meterse entre mis sábanas.
Déjeme que la convide
a vivir mis ratitos con prisas,
sin pausas ni remilgos.
Vengase a brindar un rato
cada segundo que pasa
entre una risa y un baile,
destrozando las cuerdas
que amarran las ganas.
Y no me consienta un suspiro
que el aire ya no me sustenta,
no me deje dormir si no me despierta
arrullado entre un palmo y otro
de su espalda y su vientre.
No me permita soñar con verla,
yo quiero besarla, morderla, sentirla,
así que dese por enterada
y no me venga con excusas
que aquí me tiene embobado
para lo que usted quiera mandar.
Quítame
Quítame un quizá
y dame un roto que no puedas coser,
una puerta que no cierra,
unos zapatos sin cordones,
un amanecer con nubes,
quítame un puede
y dame un charco sin botas,
unas espinas sin guantes,
una cortina que no corre,
quítame un mañana
y dame un siempre.
No sé
No sé si tu sabes
que yo ya no sé,
ni puedo querer saber
si esta cara oculta
es la tuya, o es la luna.
Bailar
En la cima baila un pájaro
y el pájaro se ríe
escuchando la música
de las piedras y el viento.
El pájaro oye las notas
silbadas entre las hojas
y danza, danza,
gira y gira.
De charco en charco
se reflejan sus plumas
la brisa las acaricia, tan suaves,
brinca de piedra en piedra.
Se asoma a las miradas
encontrando niebla y silencios
pero sus patitas no paran,
salta pájaro, salta sin que te vean,
los ojos tristes están nublados,
ciegos sin poder verte,
los oídos están tapados,
sordos sin escuchar el viento,
no saben bailar, bailar como tú.
Tristes cuentos
Me contaba cuentos
de jóvenes que ríen,
de columnas de tinta
que hablaban de su risa
y de la falta de su risa.
Listas en los diarios
que a diario se llenan de lágrimas,
cuentos de pueblos en silencio
donde abunda el polvo
y el hambre.
Me contaba cuentos
de caminos y bicicletas,
de misas sin Dios
y pucheros sin carne,
de la tristeza sin amor.
Cuentos de mentiras,
de pobres ignorantes,
no quedan hombres,
no quedan besos,
solo jóvenes en las cunetas
y cuentos sin risas.
Durante la II Guerra Mundial los pueblos pequeños de Alemania se quedaron sin hombres jóvenes, todos enviados al frente y muchos, demasiados, no volvieron. Todos los días los periódicos incluían una columna con los nombres de los caídos en una guerra cruel y absurda.
Me paro
A veces me paro, sin pensar
y veo nubes acariciar montañas,
pájaros azules y negros volar,
veo ramas tocadas por el viento
y caminos que me llevan no sé bien a donde.
A veces me paro, sin pensar
y dejo que el sol me caliente
que la brisa cierre mis ojos
y escucho las piedras que voy pisando.
A veces me paro, sin pensar
y mis manos sienten las hojas
y puedo oler cada brizna de hierba.
A veces me paro, me paro a pensar
y la noche me esconde sus lunas.