Cerca, irremediablemente lejos,
unos instantes, duraderos,
y una espera, infinita inquietud.
Sin voces, sin letras, con ausencia,
cansancio, viento y cielos, cubiertos,
echando, sin certeza, sin prisa.
A cubierto pero sin acogerte,
sin sentirte, la textura de una piel
oscura y falsa, abrigada
e imperfectamente fría.
Echando, sin temor, de menos
y de más, los cielos y las pieles,
los suspiros, los pasos y las risas.
Ocultos entre símbolos, leído,
recibido, enviado, ¿sentido?
Algo siempre se pierde,
lo dejas atrás y olvidado,
pero no por ello es menos tuyo.
Unas frases, correctas,
sin arriesgar.
Te enfrentas
a lo que conoces y no deseas,
huyes de lo que deseas
y no conoces,
y te dejas la piel en ello,
la no falsa, la tuya, y esperas
que la suya no te olvide.
La incógnita y confortable
cobardía de la razón
que no deseas admitir.