Del Gamell

Piso abruptamente guijarros,
en el camino ando, ligero
mientras el viento me sacude
y me recuerda leve, olvidado
las curvas que debo recorrer.
Sombras previstas, recodos
que refrescan mis pasos
en la mañana de por sí fría
y me conducen rápido,
sin apenas altibajos, certero,
en la ladera ahora ya soleada,
prontamente cálida, acogedora,
en la que sumerjo una vez más
la mirada atenta, soñadora,
buscando el horizonte y la mar.
El sendero me guía sin pausa,
zigzagueo la montaña, a vueltas,
lavanda, palmas, arbustos,
tierra removida que inquieta
entre los solitarios peñascos,
entre las rieras ahora secas,
inquietud que me transporta
de vuelta, ya en el sosiego
de la tarde, cansado, torpe,
mientras se suman mi sombra
y la montaña oscurecida.