Son las tantas, otra noche más en la que te cuesta conciliar el sueño, las idas y venidas de la conciencia.
La fatal sombra de tu propia huella en la miseria de tus holgazanes pensamientos, la irrisoria mentalidad de extremada superficialidad y machismo en que retozas, después de tanto tiempo y sin apenas cartas para seguir jugando, y a qué, a qué vas a jugar?
Te avergüenza la presencia de un perfume en el que poder hilvanar cualquier lujuria que no supiste perdonar a tiempo, el encanto de un pecho apretado en el que posar la mirada furtiva, a destiempo de tus propias verdades, sabes que no es más que una efímera ilusión en la que embarcas las pocas excusas que te quedan para perdonarte, creencia absurda de una salvaje y desordenada mente que absorbe más ensoñaciones de las que puede soportar sin morir.
Te ves, tan lejos y tan pegado a tus carnes, al punto de la brasa infernal en que te consumirás sin remisión.
Maldito poeta caduco con ínfulas de actor erótico semoviente.
Despedaza a tu prójimo como él te despedaza a ti, revienta en la salsa de tu osadía sin admitir tu culpa.
Y llora, todo lo que nunca supiste ni quisiste defender como hombre, llóralo al punto de su ida, llóralo a contratiempo, desafinando todos y cada unos de los instantes en que sientes que puedes mejorar y no te das la mínima oportunidad, cobarde de trinchera sin enemigos, escombro de mente ahuecada y endulzada por la querencia de la perfección que nunca podrás abrazar.
Olvida, olvida de lejos lo que nunca alcanzarás a comprender en tu magnífica, apabullante, grandiosa estupidez y date con un canto en los dientes si puedes amanecer desescombrado un día más y saludar desnudo al sol sin demasiados complejos.
No perturbes el descanso en el que mora la belleza que evitas, la paz que imploras y te deniegas; arroja todo lo cerca que puedas un hálito de esperanza en tu lúgubre mortaja antes de que los demonios se te lleven, por amor de Dios.
No light goes out until it goes out. Let’s fight as men, not rats. Period. (Charles Bukowski)