En la tormenta un gorrión,
en el instante, un vuelo,
y en el vuelo la voz que calla,
la voz que te impide volar,
mientras pienses, sientas, eres
y alimentes gorriones con las migas
de los silencios que te ahogan
no podrás escapar, remontar.
En la azotea de tu pensamiento
se amontonan las jaulas, los cepos,
infinitos gorriones, plumas rotas,
alas atrapadas a destiempo
en los círculos eternos de la vida.
Y en cada barba de cada pluma
el sueño que atrapa tu aleteo,
pesada carga para tan frágil nave,
te impide correr, despegar, huir,
renacer, tras la tormenta.