Incorregible quizá, algo temerario,
impaciente, esa es la palabra,
esperando respuesta inmediata
de anhelos inciertos, tenues,
apenas describiendo inquietudes
y sentimientos fugaces
pero vivos, savia que alimenta
hojas y brotes, con ternura,
simples, sin ocultarlos.
Aprendiste que el sentido de vivir
no es la imaginación, los sueños,
ni las ocasiones perdidas.
Es gritar cuando quieres hablar,
rogar cuando quieres pedir,
mirar cuando quieres disimular,
enfrentar risas a temores,
olvidar olvidos cuando encuentras
y palidecer, emocionarte
con sonrisas, apenas, pero tuyas.
Y no puedes evitar la impaciencia,
temes perder esos gestos
y las vidas que desprenden,
que deseas conocer
y maravillarte con su rotundidad.
A los días que vienen después de los viernes