Pelea

A veces te sobreviene,
es un impulso difícil de acallar,
llevas tiempo acumulando,
recibiendo lluvia sin poder asumir
que no tienes sed.
Una sensación extraña,
falta suelo debajo de ti,
las pisadas son demasiado blandas,
los pies se hunden,
dejas marcas allá por donde pasas
y ni siquiera recuerdas esas botas,
pero te lastran.
Mientras buscas el final del fango
intentas que no te salpique
y aun así acabas calado.
No los ves venir y recibes,
por todas, por casi todas partes,
no cuentas con la pericia necesaria,
ni la paciencia para sortearlos,
si te pilla de cara esquivas alguno
pero el resto hacen mella.
Esa maldita percepción,
algo que no estás haciendo bien,
lo reconoces y te preocupa pero no sabes,
o no puedes cambiarlo, impotente,
por un instante abandonas el ring,
es fugaz, apenas un momento
pero suficiente, a veces demasiado.
Quizá solo sea porque es lunes.


A la paciencia, la que vas dejando por el camino.