A veces pienso y me doy cuenta
que los hechos siguen siendo importantes,
que las palabras se las lleva el viento,
que el respeto no es una palabra,
que el dolor no es un monopolio,
que la confianza es sensible,
que preocuparse es un síntoma,
que también soy humano,
y que seguiré siendo un tonto
pero seguiré siendo humano.